Una casilla negra, como siempre que se ve uno encerrado
En la bondad de la familia que enternece el corazón
En la perversa deslealtad del que está en frente
Que luchara conmigo como caballero hasta la muerte
Es un dado plano, esa casilla, esta mano que mueve a su suerte
Se hace más blanca y cegadora la bondad celestial del perdón
Y se quitan perversamente las vísceras ausentes de este renglón
Para suavizar la acolchonada recepción de mi corazón
Atravesado por tu asquerosa daga, pues la vida paga
La regalaré dadivosamente con lo que haga
Incrustándote en la vista, tus acciones escarbadas
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