26.2.12

Fábrica

Mi cabeza es una fábrica clausurada que trabaja de forma clandestina enclaquetando clavidornios y haciendo clomuquetes de plástico que sirven muy bien como unión en mecanismos de ficción combustibles.

No sé cuántos hechos risibles han ocurrido en esta fábrica. Primero, desde que cerramos alguien dijo: no claudiquen. Lo repitió varias veces, hasta que alguien clavó la clave de la palabra, y todos pudimos cantarla.

Pese a ser un trabajo esclavizante, puedes tomarte la libertad de salir en bicicleta, siempre que no te vistas de ciclista, y dirigirte a las cloacas a engraffitear con clase alguna frase en honor a la fábrica.

Podría ser ¡viva la clestamina dé libert!, como pintó uno de nuestros empleados en una heladería al frente de una señora llamada Clotilde que decía vivía enclaustrada por sus clientes y se desfogada crujiendo el wafer.

Mi cabeza es una empresa irrefrenable. No respeta feriados ni horarios de trabajo. Para ordenarse, estamos viendo la posibilidad de instalar una mente en la oficina, que de seguro se ubicará en una avenida concurrida.

Una avenida que tenga calcomanías de bandas punkis en las esquinas. Alguien sugirió que en realidad necesitábamos una oficina en la mente. Pero por burocracia lo hicimos callar invitándolo a tirarse al río.

Entonces, quedó solo uno para tanto trabajo. Yo, yo y yo. Yo en idas y vueltas. Yo me encargo de hacer los comunicados y clasificar los clúteos, y yo tratar de no reírme cuando pienso en los inclasificable que son.

Se solicita claridad, para que ilumine los interiores de la fábrica. También para trabajos de oficina y de ofidea. Siempre que no use clichés, sino chicles de mora. Podrá iluminar de color al gusto.

Anuncios como ese me veo obligado a inventar bajo la luz de mi lamparita para disipar la seriedad del trabajo de la fábrica, imparable. Los oigo enloquecidos golpeando los cletillos y faclutarios hasta en sueños.

Un grupo de ingenecios comenzó a unir los clavidornios y clós y envolverlos con clitorféricas, y fabricaron unas máquinas brutales que no sé qué hacen. Espero no historias musicales. Hacen un clic cada cierto rato.

También comenzaron a hacer otros artefactos aclamados por los clíticos, y los clásicos, los clómicos y las cluteras. Todo volvió a ser feliz. Estamos pensando en reabrir. Aunque nunca dejamos de funcionar.

Así fue que la fábrica se renovó.





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