24.5.12

Chequeo

ya quisiera yo saber la medida exacta de tus órganos internos
como aquella ocasión en que, desesperando mi turno para dejar de esperar lo peor
oí cuando el médico dictaba a la enfermera la descripción precisa de los riñones del viejo con dolor
yo me sentí muy afligido de que ese viejo no hubiera sido una belleza para poder relatarle de amores cavernos
oscuros y profundos como mis ojos acostumbrados al susurro de la muerte de muchas ficciones
cuando el viejo salió, pasé yo, y solo me consolaba pensar en tu cuerpo como un desierto
mi muerte en tu piel color arena que anhela tanto un caminante de finas reacciones
desierto en donde aún el viento no borra las huellas de mamertos sedientos.

el cuerpo humano se clava en una camilla. Algún día para siempre
la palabra osamenta puede ser muy fresca y fiera como para extraerla de la pista de baile donde debe estar
pienso en mi esqueleto entonces. Desabrochándose
me apuntalan los ojos de mi examinador que me toca esperando que mi dolor deje de escabuirse y sea valiente
el veredicto no siempre es bueno. Me visto de tranquilidad
no estoy enfermo pero lo estuve y cuidarme no impedirá seguir caminando perdido en mis ilusiones de arena

al salir del consultorio, me despido con amabilidad. Si yo fuera arena para ti, dejaría que entierres tu mano en mi piel y palpes mi corazón todo el tiempo que quieras, tengo uno muy extraño. Solo tienes que encontrarlo, de él solo sé que causa temblores en todo mi territorio y tengo miedo de quedar en ruinas por su culpa. hago adiós con los ojos a toda la sala que espera, como ahí indican. miro los niños jugando y muchas visiones más que duelen en este poco espacio, porque se apretujan esperando ser atendidas en mi cabeza. Citas, hay que sacarlas. Te invitaría un café si lo dejamos para después de abrazarnos las lenguas, se me ocurre. Miro bien detrás del vidrio, no me estoy muriendo todavía, no es necesario precipitar mi café, y mi reflejo parece saludable. Recuerdo la enfermiza idea de que estoy haciendo que alguien se enamore de un cadáver. Río, y unos tres peces salen de mi boca haciendo ja ja ja, y aún me siento de humor, y creo que de verdad quisiera enamorarme de ti, y sentirme como un tronco en aquel río, donde varios peces harán ja ja ja, y luego otros peces, los tuyos, harán su sonido correspondiente. Eso sería más apacible que estar parado en medio de tanto deterioro. Salgo del hospital. Realmente quisiera que antes de dejar de funcionar, así no puedas sacarlo porque es muy pesado, acaricies mi corazón, debe ser una sensación monstruosa palpar eso que hace que este sujeto se apasione por tantas insignificancias. Algún día me moriré y no será necesario volver acá.

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