unas palabras que se vuelven versos, que se vuelven movimiento.
Raspan y no suceden, esas palabras inquietan los nidos de esta enredadera,
que es como la que rodeaba mi casa cuando era chico y miraba la calle
antes que quiten ese bellísimo cerco vegetal para poner rejas.
Las ramas piaban en el cielo su llanto, les dolía, se les atoraba el pecho
mirar sus nidos derrumbados, sus hijos descascarándose sin nacer
y los pájaros cortados no serían más esos muros vegetales para enredar la mirada.
Y nuevamente en medio he estado yo, con tantas palabras sin decirse
sintiéndome rama atada al suelo, enlaberintándome. Sabiéndome ave
sabiendo que junté pedazos de mí, hice un nido, y ahora mis ideas y sentimientos
quiebran sus cáscaras y me piden que las abrace y las bese y les dé de mí.
Esas palabras, quisiera hacerlas volar libremente hacia tu cabeza.
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