17.5.09

Bajo los muebles

“Siempre repites las cosas ¿Crees que somos brutos? Me he acostumbrado a repetir las cosas por !tu culpa! Eso molesta, y yo soy una molestia por !tu culpa! No sé por qué crees que todos son tan brutos para que tengas que repetir todo ¿Es algo muy propio tuyo no? ... Y te tratan así porque tú te dejas. Y ya no quiero discutir, no quiero oírte llorar. Me voy” Pum, cerró la puerta. Sonó muy fuerte y parecía que la puerta le había caído a mamá en la cara porque comenzó a llorar más fuerte. Eso hace cuando está sola.
Cierra la puerta de la sala, sube el volumen del televisor y cree que ya nadie la escucha llorar. Y dice malas palabras que no quiere que yo diga. Cuando no está papá se pone peor, ya ni se acuerda de buscarme: ella se duerme en el sofá y yo me quedo mirándola bajo los muebles.
Al día siguiente los dos amanecemos en nuestros lugares. Mamá prende la tele y mira novelas: las casas ahí no tienen las cosas tiradas por todos lados. Cuando ella saca la escoba debo evitar que me descubran, me arrastro como los soldados de las películas y me escabullo bajo los estantes repletos. A esa hora llega mi hermano. “Estás borracho de nuevo. Porque no aprendes de tu papá, él no toma. Y no ha venido a casa el maldito. Escúchame carajo, soy tu madre y me debes respeto. Idiota, que me escuches. Todo el día en la calle, solo vienes para que te sirva la comida, ¿crees que soy tu sirvienta?”. Y como él no responde luego dice “¿crees que estoy exagerando?” siempre dice lo mismo. Mi hermano no dice nada, solo pide cosas o plata. “Ya hijito, toma, no te lo gastes en tonterías ah” le responde mamá y a veces él le grita a mamá.
Cuando viene papá me da pena. Él es muy callado. “Otra vez con la mujer, has estado con esa puta”; siempre escuché eso, desde muy niño. “¿Acaso crees que estoy exagerando?”, me decía. Yo todavía era muy chico para responderle. Ahora quiero ser como mi hermano pero tengo que cuidar a mi hermanita; en especial cuando mamá le pregunta si está exagerando, tengo que sacarla rápido.
Papá mira la televisión mientras mamá barre, mientras yo huyo de la escoba. Porque mientras mamá tiene la escoba todo es basura. Siempre he querido pensar en cómo sería vivir en una casa como la de las telenovelas de mamá, pero no puedo pensarlo, me da miedo. Papá es callado, flaco, siempre está con camisa y con los pies en un banquito frente a la Tv. Desde ahí oye los griteríos de mamá, ella llora y lo insulta hasta que comienzan las telenovelas; en ese momento se acomodan frente a la Tv y ella sigue llorando pero abrazada de papá. “Dame café” dice papá cuando están en comerciales.
Se escucha tintin cuando mamá hace café, también cuando me hace té para el lonche. “Si mi amor” dice papá hablando por celular; mamá desde la cocina le pregunta si quiere mucha azúcar y él grita “Sí mi amor”. Otra cosa no le he escuchado así nomás. A veces me dice, “Hola campeón, cuántos años tienes ya” mientras tapa el celular con una mano. ¿Quién es? Pregunta mamá y siempre responde que está hablando con su tío. Mamá viene rápido y se pega al teléfono. Yo me pregunto, ¿cómo papá siempre me ve cuando estoy escondido?, mamá no me ve, ella más mira el techo. Creo que es porque el techo está más ordenado.
Ves ahora, están riendo con la televisión. Luego pasan las noticias y se quedan callados. Pero ya no se ponen tristes porque siempre se mueren en las noticias de la noche, debe ser como en las películas; se morirán de mentira. Después de un rato se quedan dormidos.
Yo no puedo ver mucho el techo porque siempre estoy bajo los muebles, o bajo los estantes, detrás de las rumas de cosas, bajo la mesa o, cuando estoy solo, en el sillón. Ahí me siento y prendo la televisión; y sé que es ahí donde tengo q escapar, algún día. Al rato llega mi hermano “dame eso enano” me dice. Sé que me quiere, sé que todos me quieren, me lo han dicho varias veces. “No nos separamos por ustedes hijos”, “Sí, vamos a esperar a que crezcan” dice mi papá bajito y ambos se miran con cariño, papá y mamá se dan un beso, papá y mamá van a la televisión. “Papá y mamá”
- El papá y la mamá. , te acuerdas cuando jugamos a eso.
- En el cuarto de papá yo te decía que traigas café, pero me sentía mal. Lila, en realidad yo quería traerte el café. Para que no sea como en mi casa.
- Bueno ya me tengo que ir. A esta hora en mi casa papá ya le terminó de pegar a mamá y están durmiendo abrazados.
- ¿Y si pasamos por la casa del gordo? A esta hora está bajo su mesa jugando cartas con Moñito.
- Pero ya son las doce y a esta hora el papá de Moñito sale a la calle a llamarlo a gritos por todo el barrio hasta que aparezca.
- ¿A él sí lo buscan?... Bueno, chau Lila.
- Chau.
- Espera, si somos papá y mamá tenemos que despedirnos chocándola con la boca.
- Pero eso cuando seamos grandes. Aunque, cuando crezcamos ya no vamos a poder estar escondidos bajo las cosas.
- Sí, pero no importa, se nos va a olvidar que andábamos metidos por estos lugares. Y no vamos a recordar dónde estarán nuestros hijos cuando los busquemos.
- Jaja, bueno, te daré el beso, mua, ya me voy. Ah y cuando seamos grandes, no me pegues muy fuerte, ¿ya?

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