4.2.12

Tengo la bebida que abastece mi cuerpo de ensueño; y ese licor es suficiente para no dejarme dormir. La noche ha estado llena de música y pocos buenos amigos. Ha amanecido y la luz es hermosa. En este momento la gata, que presenció todo, se lava encima del ropero. Seguro para ella la luz debe ser cotidiana. Ella amanece con los rayos del sol. Sus ojos celestes se iluminan en ese baño radiante. Yo, en cambio, estoy totalmente fascinado. Me siento torpe; mi vida ha cambiado mucho, de pronto ana y liza me han abandonado. Solo me queda una ficción a la que aferrarme. Grito a diario que necesito poesía, porque me sobra. Así como me sobra vida y la necesito tanto. Es un anhelo de poder palparla. La gata me acaba de abandonar. Hay muchos misterios en ella, es como la clave para volver a ser el mismo. Tantas cosas me han sucedido hoy, que no sabría cómo contarlas. Lo hermoso de contar es que puedes perpetuar los días. Y en este momento, necesito un sitio cómodo donde desprender tanta ilusión. Y alguien que me rellene de realidad, que me sujete, porque soy un globo a la deriva. Me vuelco en teclas, en sonidos que no puedo abrazar. No puedo sollozar. Ni hilvanar un par de ideas. He abierto una boca dentro de lo que soy, es un hueco gigante que tiene hambre de realidad.

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