30.5.13

Engullí las pastillas. Nunca antes había sabido tanto de medicamentos. Ahora, con dolencias encima, y con un par de nombres extraños en la cabeza, reposo en mis almohadas como un rey hastiado. Reconozco que han pasado ideas extrañas en mi cabeza todavía viva, y admito que esas ideas sufridas de héroe -el héroe que siempre anhelé ser- las he saboreado con fruición hasta darme cuenta de lo innecesarias que son. He hecho muy poco para lo mucho que sé que puedo hacer. De repente debería atosigarme de palabras, sentarme a escribir un libro de una vez, dibujar hasta apilar hojas bond de trazos, de colores, desgastar todas esas barritas de tinta, de crayolas, los lápices de grafito, despilfarrarlo todo hasta que me dé ganas de aventar una tempera contra la pared y decir: ya no me queda nada más. Llenar mi entorno de letras y trazos que al final es lo que sé hacer, y de tanto empecinarme en hacerlo, creo que he empezado a hacerlo bien. Y ahora, luego de ver un documental, una serie, un programa de televisión, el techo, y un par de recuerdos de una chica con la que me acosté y que podría haberme ocasionado esto, no sé por dónde empezar. Sé que debería escribir espontáneo, seguir dejando palabras en este camino de paralelas que voy sembrando, con la esperanza de no dejar tanto muerto; para eso de querer que algo esté vivo y que no lo esté, suficiente tengo con mi pene por ahora. He sido un dibujante de cómics muy flojo, que tenía muchas alternativas por mis inventivas -un mal dibujante por cierto- pero nadie miró mi trabajo. Siempre lo envié en secreto a diferentes lugares donde por alguna razón se rumoreaba de mí, pero nadie se atrevía a decirme ¿tú eres autor de esa palabrería con algunos dibujitos que me hizo crujir los huevos/hervir la vagina? y fue así que no gané nada, por no conocer a nadie, por ser un sujeto huraño que andaba por lo general muy solo incluso cuando estaba acompañado. Me gustaría volver a esa esquina donde dibujé en la pared, eso que ahora es un secreto cubierto de una lámina de  látex. Y carajo, si pelaran esas capas quebradizas -por tanto sol- y yo pudiera ver mi alma en ese dibujo, la vería descascarándose también. Lo peor es que tengo la seguridad que me curaré y este momento de epifanía, puede que sea un hito falso. Y la certeza de que todo lo demás no es tan falso.

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