29.8.11

Así, de arranque, mirando mi escritorio me topo con un título de varios que dejé inconclusos. "Quisiera escribir salvajemente", esta noche, sin corregirme, sin borrarme las palabras ni buscarle coherencia a estos dedos que tipean y tipean. Así de arranque, he abierto esta hoja, he mirado un poco mi blog, y me he detenido a pensar, como me está pasando ahora, de ratos me detengo a pensar estas letras que salen y salen, y a ratos le subo la velocidad. Porque no tengo sentido alguno. Porque sí tengo y miento, y digo la verdad cuando digo que mentí hace unas palabras atrás, y luego me contradigo y me parece que sí, que he comenzado a escribir salvajemente. Luego me desahuevo, me siento desgreñado, y me pondré a limpiar el texto, a ponerle comas y comillas y puntos y puntillos quizás, ¿no? puntillos, ¿existen esas cosas? Quisiera escribir salvajemente para darme el ejemplo, para agarrar mi razón y mascarla como chicle un rato. No sé si me explique, si se entendió. Al inicio, decía que dejé varios títulos inconclusos, algunos de ellos terminados, otros pedazos hermosos de mi mente, que me gusta contemplar. Mi salvajada no me hará ponerlos por acá. Quisiera, quisiera con todas las ganas, de que alguien piense como yo y me diga que también, que también, sí, que también, y yo para asegurarme preguntaría algo que creo que entendí pero desconfío, y que me diga que también le gustan esos textos imperfectos, inconclusos, y algunos hermosos como digo yo. Pero no los pondré, y por ende no tengo cómo comprobar eso que quiero, eso que quiero salvajemente.

Todavía me pregunto, por qué salvajemente, qué me pasa, qué pasa si dejo que siga, si me dejo llevar, si dejo que este bruto me domine, si no me arreo, si no guardo el equilibrio, si no me pongo a ponerle comas y tildes y qué sé yo que necesite esto, y si no me pongo a corregir esos errores de tipeo rápido y si nunca le bajo la velocidad y me acostumbro a ponerme a escribir así, a vivir así,

y me detengo y lo pienso, y aún mantengo eso de no corregirme y poner lo primero que se venga a la cabeza, y hablaría de la gata que anda dormida en, por ahí, la silla, eso es, la silla, como se puede dudar de algo que está a tu lado hace horas, de algo que está ahí, y por la costumbre se obvia.

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